Por Patricia Carrasco de Letras Azules. (@letrasazulespty)
Justo en estos momentos se está levantando un movimiento literario —el nuevo “Boom”— el cual tiene como estandarte una narrativa oscura, poco convencional, liderado por escritoras desde todas las latitudes de nuestra América Latina. Y si nos movemos en el mapa hacia el sur, en Argentina encontramos a una de las principales exponentes: Mariana Enríquez.
Las cosas que perdimos en el fuego (2016), es una colección de doce cuentos que, aunque no tocan los mismos temas, todos tienen esa aura propia del universo de Enríquez. Si tuviera que resumir en cuatro palabras la poderosa esencia de este libro serían: violencia, terror, mujeres y Argentina.
“No quiero escuchar las historias de terror del barrio, que son todas inverosímiles y creíbles al mismo tiempo y que no me dan miedo; al menos, de día. Por la noche, cuando trato de terminar trabajos atrasados y me quedo despierta y en el silencio para poder concentrarme, a veces recuerdo las historias que se encuentran en voz baja. Y compruebo que la puerta de la calle esté bien cerrada y también la del balcón. Y a veces me quedo mirando la calle, sobre todo la esquina donde duermen el chico sucio y su madre, totalmente quietos, como muertos sin nombre”
Hay mucho que decir acerca de esta obra, pero su detalle epítome es la forma en que el terror nos envuelve y cala a través de cada cuento, siempre de una forma peculiar, sobre todo porque tiene una cara espeluznante: puede ser real. La cotidianidad se traspola a escenarios sumamente violentos y macabros que terminan por convertirse en una de las peores pesadillas. Sí, esa es una de las facetas del estilo de Enríquez, expone la realidad en su estado más decadente y oscuro, y no por eso deja de tener validez.
Un ejemplo claro es la simbiosis de ese terror con nuestra identidad latinoamericana: que los policías sean más villanos que héroes y parte de sistemas corruptos, del poder de las creencias y sacrificios a diversas figuras con tal de sentirse protegido, la rebelión extrema y desesperada contra la violencia de género, la supervivencia en aquellos barrios bajos; o en todo caso también apela a temas mucho más universales como la desvinculación emocional con los hijos, el tratamiento a las enfermedades mentales, la degradación que causan las drogas y adicciones.
Pero también nos encontramos ante otros cuentos que van de la mano con el horror y logran manipular al propio lector, haciéndolo dudar de lo que es real o no dentro de la historia que se narra. También nos lleva a escenarios clásicos como la casa embrujada, los entes paranormales o incluso hasta dota de vida, casi de forma mítica, a algo tan trivial como es el Riachuelo.
Pero las grandezas de este libro no se detienen ahí pues además de contarnos historias interesantes y con temas trascendentales, lo hace toda una precisión técnica a la hora de escribir, casi pareciera que cada palabra está perfectamente seleccionada para la construcción de cada cuento. La manera de llevar los ritmos, la forma de enfocar los detalles, las pistas y no pistas que suelta a lo largo de la narración como si se tratase de las migajas de Hansel y Gretel, la macroestructura de cada historia, la crudeza de sus descripciones que logran asquearnos o retorcernos y de aquellos finales que aciertan como dardos para dejarnos con el corazón pendiendo de un hilo (o en algunas ocasiones muy confundidos).
El lector se verá enfrentado a una serie de cuentos que de una manera u otra no lo dejaran indiferente. De forma personal debo decir que el libro me gustó mucho, me sacó de mi zona de confort y realmente me asustó en muchos momentos; de hecho, después de uno de los cuentos me sentía observada por el Petiso Ojerudo (uno de mis favoritos). Y no solo se trató de leer un libro de terror más, si no de una obra que vuelve a representar nuestra América Latina de una manera distinta, cruel y verás.
Por último, me gustaría agregar lo que otros dicen acerca de esta obra. En el diario El País se comentó que este libro representaba “el lado oscuro de la orgullosa Argentina”. Cuando ganó en 2017 el Premio Ciutat de Barcelona en lengua castellana, el jurado comentó “combina en sus relatos naturalidad de estilo, sin patetismo melodramático y con dosis de humor negro y ácido, para minar la cotidianidad con subsuelos inquietantes”. Son muchos los que comentan acerca de esta y las demás obras de la autora.
Mariana Enríquez comenta en una de sus entrevistas que hay un instante en la narrativa en que se bordea el límite, una línea sutil que marca el punto de partida para desencadenar el caos sin retorno, la frontera del héroe o de la víctima. Es justo en cada uno de sus cuentos que nos ofrece esa invitación para cruzar la frontera y vivir esa experiencia del terror y la barbarie por nosotros mismos.
Ficha técnica
- Título: Las cosas que perdimos en el fuego
- Autor: Mariana Enríquez
- Año: 2016
- Editorial: Anagrama
- Género: terror, narrativas hispánicas, contemporáneo
- Páginas: 200
- ISBN: 978-84-339-9806-4